Los negocios se tratan de decisiones. Transar o no transar, emprender o no emprender: ese el dilema. La habilidad de tomar decisiones consecuentes en términos de rentabilidad, competitividad y sostenibilidad estriba en el nivel de Inteligencia Empresarial (IE) aplicada en la ejecución de determinado proyecto.
Definamos el concepto. Inteligencia Empresarial es simplemente el proceso mediante el cual datos son transformados en información relevante a las necesidades y aspiraciones de una empresa. Los datos son recopilados de los diferentes eslabones que comprenden la cadena de valor de una empresa o industria. De modo que los particulares que atañen al diseño, producción, distribución y comercialización de un bien o servicio conforman las piezas del rompecabezas.
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A la hora de unir las piezas usualmente se utiliza una fotografía del rompecabezas terminado como punto de referencia. La imagen principal que debe tener el empresario a la hora de transformar datos en información es la misión y visión de su organización. Definiendo estos elementos con el mayor grado de especificidad posible el emprendedor hace visible lo invisible y posible lo imposible.
Considere los datos recopilados a través de las redes sociales. Edad, sexo, religión, afiliación política, ingreso anual, profesión, afición, gustos, relaciones, etc. Toda esa data puede ser monetizada a través de sistemas que la conviertan en información relevante para hacer ofertas de valor al potencial consumidor. Lo que quiere decir que un empresario inteligente estudia la demanda minuciosamente para después lanzar sus ofertas estratégicamente.
Al estudiar la demanda el empresario inteligente considera tanto las necesidades manifiestas como las latentes en el corazón de la gente. Digamos que en 2014 exista en la población Dominicana una necesidad manifiesta de profesionales que dominen con fluidez el idioma inglés y una necesidad latente de profesionales que dominen el idioma ruso. Hipotéticamente esta necesidad latente puede determinarse por medio del monitoreo constante de las conversaciones entre Dominicana y Rusia sobre un posible tratado bilateral de libre comercio.
El empresario inteligente utiliza estos datos para posicionarse favorablemente en la eventualidad de la entrada en vigencia de dicho tratado. Con tal fin el empresario puede, entre otras cosas, reclutar y entrenar capital humano capaz de responder a la necesidad latente cuando esta se haga manifiesta. De hecho, los esfuerzos del empresario en anticipación a la demanda puede que provoquen, a su vez, que la demanda en sí se manifieste más expeditamente. En tal caso podríamos decir en cierto grado que la oferta crea la demanda.
¿Pero qué ha de hacer el empresario inteligente si el hipotético tratado bilateral entre Rusia y Dominicana no entra en vigencia en tiempo prudente? Antes que todo cabe señalar que el empresario inteligente se diversifica y no pone todos sus huevos en una canasta. De modo que al anticiparse a la posible demanda de profesionales que dominen el idioma ruso el empresario inteligente también considera y actúa en función de otras posibles demandas al tiempo que responde a demandas que ya están en actual existencia. Diversificándose apropiadamente el empresario minimiza y, en el mejor de los casos, mitiga el riesgo inherente en anticiparse a una demanda que todavía no ha entrado en efecto.
A final de cuentas el objetivo de una empresa exitosa no es producir un bien o servicio en específico, sino lograr resultados predeterminados. Diferenciemos entre producción y resultados. Producción es cantidad de producto por unidad de insumo. Resultado es como la producción se corresponde con la misión y visión de la organización. Y es esto último lo que determina el desempeño óptimo o subóptimo de tal o cual entidad. De manera que la producción no puede ser evaluada aislada de los valores y razón de ser de una empresa. Dicho de otra forma, el empresario inteligente se casa con un propósito, no con un producto.
Es, pues, la Inteligencia Empresarial el marco infraestructural a través del cual el empresario alinea insumos, productos y resultados en función de un propósito misional y de responsabilidad social. En sentido general dicho propósito debe girar en torno a tres pilares fundamentales: el de la excelencia, la creatividad y la rentabilidad. No así la negligencia empresarial que se caracteriza por hacer emprendimientos que abarcan mucho, generan poco y quieren hacerlo todo.