El espíritu emprendedor es contagioso. Pero también lo es la tendencia a desarrollar proyectos sin la efectiva ejecución de un riguroso plan de gestión y transición empresarial. Propiamente diseñado, dicho plan debe indicar con meticulosa especificidad los pasos necesarios para la realización y perpetuación del proyecto dentro de un marco predeterminado de tiempo, espacio, capital y rendimiento.

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Los emprendimientos llevados a cabo con gestión empresarial deben, a su vez, ser motorizados por una pasión transcendental. Así y solo así es que el emprendedor puede transformar los fracasos ineludibles en peldaños para lograr lo virtualmente imposible. Sin esa pasión el proyecto de gestión empresarial viene a ser cual punta sin lanza, cual cuerpo sin alma.

De modo que emprender por emprender sin una razón de ser que vaya más allá del hacer y del tener es una actividad vana y fútil. Aún cuando las coordenadas pecuniarias indiquen que el emprendimiento del hacer y del tener dará en la diana codiciada del máximo poder, de nada vale pues el tiro de flecha , aunque sea certero, sin punta no penetra. Tan sólo besa el blanco y al besarlo lo deja en blanco. En cambio, ceñida de pasión, gestión y marcada dirección la flecha emprendedora no nada más penetra, sino que también fecunda y engendra.

En fin, como empresarios tenemos que entender que al igual que la oruga, todo negocio exitoso pasa por un proceso de metamorfosis para desarrollar y afilar su punta de lanza. Con el fin de ilustrar esta dinámica, consideremos la oruga que está en el proceso de convertirse en mariposa. En una etapa de ese proceso tiene que romper su envoltura para poder sacar sus alas y volar. Es precisamente durante esa etapa de rompimiento que la mariposa naciente desarrolla la fuerza para poder hendir el viento con su aleteo y así emprender vuelos hacia los etéreos cielos. La clave para poder lograr esto es saber desprenderse; dejar hacer y dejar pasar, destruir, crear, emprender y nunca dejar de ser.