ManvsMachine

De acuerdo a la firma de asesoría McKinsey, hoy por hoy alrededor de 49% de los empleos pueden ser reemplazados por robots o máquinas codificadas con algún tipo de inteligencia artificial. En otras palabras, la innovación y la tecnología están y continuarán destruyendo más y más empleos tradicionales cada día. Empleos del tipo que no requieren de una mente creativa y se caracterizan por una dinámica repetitiva que puede ser programada y monitoreada con una empleomanía reducida.

En virtud de esa realidad ¿cómo ha de responder la sociedad? ¿Tomando armas y procediendo cual lo hicieron los leninistas a principios del siglo pasado? ¿O cual lo hacen un sin número de sindicatos de la actualidad que estancan el crecimiento y dominan al Estado?

Emular esos malos ejemplos no son la receta del progreso. La respuesta de la sociedad a la transformación económica que está tomando lugar a nivel mundial debe ser una en la cual y con la cual se eduquen a los recursos humanos en el arte y ciencia de agregar valor a la labor. Esto, en vez de fomentar el sudar con la frente a medida que desarrollan una labor que no utiliza el poder inteligente que tienen detrás de la frente que suda y no sueña ni se empeña en aprender a emprender antes de que la máquina lo reemplace en su monótono quehacer.

Para evitar esto último ¿qué hacer? ¿Impedir la incursión de las máquinas para mantener a las masas ocupadas y no tristemente desempleadas? Eso es una opción, pero no es la solución al problema de subdesarrollo y de pobreza que pulula en nuestras tierras preñadas de riqueza.  

Eventualmente, si obstaculizamos la automatización localmente, nos veremos rezagados globalmente a medida que otras economías adoptan exitosamente las nuevas tecnologías. Bajo esas circunstancias la economía local será menos competitiva, lo que inevitablemente redundaría en una economía frágil y deprimida.

La solución, entonces, está en tener una ciudadanía diligente, inteligente y creativa. Una que sepa aprovechar la bendición de la tecnología a medida que la misma la libera de tareas repetitivas y le oferta la oportunidad de desarrollar actividades más significativas.  

¿Cómo cultivar ese espíritu en la ciudadanía? Entre otras cosas, a través de la eliminación de la sobre-regulación, la prevención y el escarmiento de la maldita corrupción, y la instauración de programas de capacitación y entrenamiento en áreas relevantes a las necesidades económicas tanto del presente como del futuro. Futuro que se materializa con marcada celeridad y que no esperará por la transformación de nuestra fuerza laboral si nos decidimos quedar atrás.

Por lo tanto, decidamos hoy avanzar y no mirar jamás hacia atrás, sino aspirar y trabajar por crear una mejor realidad para todos y cada uno de los miembros de nuestra sociedad. No enajenándonos de la realidad de la nueva economía mundial, si no aprovechándola adiestrando nuestras mentes y nuestras manos para realizar la actividad creativa y así escapar de las garras destructivas de la tecnología que se adueña de las tareas monótonas y repetitivas.  

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