Jonathan D'OleoGanar dinero cuesta trabajo, pero cuesta infinitamente más no ganárselo. Una vez lo obtienes es menester lo pongas al servicio de tus mejores intereses empleándolo en instrumentos financieros y actividades empresariales que rindan buenas rentas. Pues, a final de cuentas, no se trata de cuanto dinero ganas, sino con cuanto te quedas y como lo inviertes para acumular y preservar su valor a través del tiempo. En otras palabras, una cosa es simplemente trabajar arduamente para obtener dinero y otra es poner el dinero que obtienes a trabajar eficiente, suficiente y efectivamente para ti.

Para hacer que el dinero trabaje para ti, primeramente tienes que aprender a bien-administrarlo. Con gastos fijos bien definidos y la creación de un fondo de emergencia tendrás la zapata de tu éxito financiero formalmente constituida. Idealmente tus gastos mensuales no deben exceder las dos terceras partes de tu ingreso mensual. En cuanto al fondo de emergencia, debe estar en una cuenta en efectivo y su balance no debería ser menos de la cantidad equivalente a seis meses de tus gastos fijos.

Poco aprovecha invertir dinero en una empresa y/o instrumento financiero si a los pocos días o meses de hacerlo surge una eventualidad y no tienes un fondo de emergencia para cubrir los gastos que la misma genere. La eventualidad puede ser, entre otras cosas, una emergencia médica, muerte, la pérdida de empleo, un embarazo inesperado, un viaje necesario de último minuto o una crisis macroeconómica a nivel local y/o internacional.

En la ausencia de un fondo de emergencia adecuado te verás obligado a contraer deudas y/o liquidar  activos para sufragar gastos. En esa situación es muy probable que tengas que asumir deudas con intereses muy por encima de la tasa de mercado y/o liquidar tus activos por debajo de su valor real para poder venderlos rápidamente y hacerle frente a la situación de carácter urgente que afecta tu bienestar y el de tu familia.

Cabe señalar que junto a tu fondo de emergencia debes tener una póliza de seguro de vida y de salud como parte esencial de tu plan de contingencia. Las pólizas de seguro sirven, de hecho, como instrumentos de preservación de capital y amortización del consumo a largo plazo. Esto último no es más que el beneficio derivado del pago de una póliza de seguro en relación al costo que cubre dicha póliza en caso de una emergencia. Los costos cubiertos por la póliza, en efecto, protegen tu capacidad de consumo pues te libran de gastar sumas importantes para atender responsablemente a casos y cosas impredecibles e ineludibles en naturaleza.  

Poner a trabajar tus recursos en pro de tus mejores intereses no es, entonces, solamente equivalente a invertirlos en instrumentos y empresas de alta rentabilidad. Sino, más bien, se trata de posicionar tus recursos en función de una agenda de prioridades y objetivos a corto, mediano y largo plazo.

Acuérdate que se trata de invertir eficiente, suficiente y efectivamente. Si te enfocas solamente en el signo de dinero no podrás contextualizar tu estrategia  y ultimadamente es muy probable que “lo que hagas con las manos lo desbarates con los pies”.  Pero no hay necesidad de proceder como Don Jerónimo Valdés que se pone las medias en las manos y los guantes en los pies. Haz las cosas al derecho en las finanzas al igual que en tus demás andanzas y no serás una simple víctima del revés que te depare la inmediatez de tal o cual circunstancia de tu mortal, pero, en esencia, transcendental existencia. 

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Jonathan habla de finanzas con Ismael Cala en CNN.

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